Hay nacimientos que llegan antes de tiempo.
No siguen el calendario, no esperan el momento “perfecto”.
Y, aunque el amor parece igual de intenso, el miedo invade sin aviso alguno.
Cuando un bebé nace antes de lo esperado, la alegría se mezcla con la incertidumbre: tubos, incubadoras, monitores, visitas restringidas.
Nada se parece al sueño que los padres imaginaron.
Ese contraste —entre la ilusión y la realidad— es lo que hace tan necesario acompañar emocionalmente a las familias de bebés prematuros.
Porque el cuerpo del bebé se fortalece en la incubadora, pero el corazón de los padres también necesita cuidados.
¿Qué significa que un bebé sea prematuro?
Un bebé prematuro es aquel que nace antes de las 37 semanas de gestación.
Según el Ministerio de Salud de Chile (MINSAL), alrededor del 7% de los nacimientos en el país corresponden a partos prematuros, siendo una de las principales causas de hospitalización neonatal.
La prematuridad puede variar en grados:
- Prematuro tardío: entre 34 y 36 semanas.
- Prematuro moderado: entre 32 y 33 semanas.
- Muy prematuro: entre 28 y 31 semanas.
- Extremadamente prematuro: antes de las 28 semanas.
Cada caso implica desafíos distintos, tanto a nivel médico como familiar y emocional.
Y aunque la medicina avanza, el impacto psicológico en la familia sigue siendo profundo y muchas veces invisible.
La experiencia emocional de una familia con un bebé prematuro
Nadie está preparado/a, ni se imagine recibir a su hijo/a antes de tiempo.
El parto inesperado, la separación inicial, el lenguaje médico que no entendemos, procedimientos que pueden ser invasivos y la incertidumbre diaria, pueden generar una crisis emocional significativa.a<z
Los padres suelen experimentar:
- Shock y negación: “¿Cómo pasó tan rápido?”
- Culpa: la sensación de haber “fallado” en proteger al bebé.
- Ansiedad: miedo constante al pronóstico médico.
- Tristeza: duelo por el embarazo interrumpido o por la experiencia idealizada de nacimiento.
- Aislamiento: la sensación de no pertenecer a las conversaciones habituales de maternidad.
Según un estudio de la Universidad Católica de Chile (2022), más del 60% de las madres con bebés hospitalizados en neonatología presenta síntomas de ansiedad o depresión posparto.
Estas emociones no son debilidad: son reacciones naturales frente a una experiencia límite.
El rol del acompañamiento psicológico perinatal
La psicología perinatal tiene un papel esencial en la contención de las familias de bebés prematuros.
Su objetivo no es solo brindar apoyo emocional, sino también ayudar a los padres y madres a restablecer el vínculo con su bebé y consigo mismos.
En Casa Suyai, por ejemplo, el acompañamiento se desarrolla en tres niveles:
- Contención inmediata: escuchar, validar y acompañar el shock inicial tras el parto prematuro.
- Acompañamiento en la hospitalización: ayudar a los padres y madres a gestionar la ansiedad, comprender el entorno clínico y conectarse emocionalmente con el bebé pese a la distancia física.
- Reintegración en casa: apoyar la adaptación familiar una vez que el bebé es dado de alta, momento en que muchas veces afloran emociones postergadas.
Este acompañamiento no solo favorece el bienestar emocional, sino que también contribuye a mejorar la conexión madre–bebé, un factor clave para su desarrollo neurológico y afectivo.
Cómo acompañar emocionalmente a una familia con un bebé prematuro
Acompañar no siempre significa tener respuestas; a veces basta con estar disponibles y con escucha activa.
Pero ese “estar” tiene un sentido profundo cuando se hace con empatía y respeto.
Aquí algunas claves prácticas para familiares, amigos y profesionales:
1. Escuchar sin juzgar
Cada familia vive la experiencia de forma distinta. Evita frases como “todo pasará pronto” o “lo importante es que está vivo”.
La escucha activa, sin minimizar el dolor, es la mejor forma de cuidado, apoyo y contención.
2. Respetar los tiempos
Las familias de bebés prematuros viven en función de los avances médicos, las visitas y los horarios de la neonatología. No siempre pueden socializar ni responder mensajes. Respeta su ritmo.
3. Validar las emociones
La culpa, el miedo o la tristeza son emociones legítimas.
Recordarles que no son responsables de la prematuridad puede aliviar la carga emocional.
4. Ofrecer ayuda práctica
Desde llevar comida hasta cuidar otros hijos o acompañar en el hospital, las acciones concretas son tan valiosas como las palabras.
5. Fomentar el contacto piel a piel
Cuando las condiciones médicas lo permiten, el método “canguro” o contacto piel a piel favorece el vínculo afectivo y la estabilidad del bebé.
Es un acto simple, pero con enorme impacto emocional y fisiológico para los bebés, como para madres y padres.
6. Promover el autocuidado de los padres y madres
Dormir, comer bien y buscar apoyo profesional son actos de supervivencia emocional.
Recordarles que cuidarse a sí mismos también es cuidar al bebé.
Después del alta: el verdadero comienzo
Cuando el bebé sale de la unidad neonatal, el entorno suele celebrar.
Pero para los padres, el alta puede ser una etapa ambivalente: felicidad, sí, pero también miedo a no tener el respaldo médico constante, incluso dudando de sus propias capacidades para cuidar.
Aparecen nuevas preocupaciones: ¿Y si vuelve a enfermar? ¿Podremos hacerlo solos? ¿Algún día todo será “normal”?
Aquí el acompañamiento psicológico vuelve a ser fundamental.
El profesional perinatal ayuda a integrar la experiencia traumática, procesar la culpa y construir una narrativa más compasiva.
También orienta en el fortalecimiento del vínculo familiar y la readaptación del entorno.
La importancia del vínculo afectivo temprano
Numerosas investigaciones —como del Instituto de Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard— demuestran que el vínculo emocional temprano impacta directamente en el desarrollo cognitivo, emocional y social del bebé.
En bebés prematuros, este vínculo puede verse interrumpido por la hospitalización, pero no se pierde: se reconstruye con tiempo, presencia y amor.
Los pequeños gestos —cantarle, hablarle, sostener su mano, mirarlo— fortalecen la conexión y le dan al bebé seguridad emocional, algo tan vital como el oxígeno que recibe.
El Día del Prematuro: visibilizar, comprender y acompañar
Cada 17 de noviembre, Chile se une al Día Mundial del Niño Prematuro, una fecha impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para sensibilizar sobre los desafíos médicos, sociales y emocionales de la prematuridad.
Más allá de las cifras, este día invita a reconocer la resiliencia de las familias que transitan este camino y la importancia del acompañamiento psicológico y comunitario.
Porque cuando una familia se siente sostenida, el bebé también se fortalece.
En Chile: avances y desafíos
Chile ha avanzado en políticas públicas para la atención neonatal, con programas como Chile Crece Contigo, que entrega apoyo a familias con recién nacidos de riesgo en servicio público.
Sin embargo, el acompañamiento emocional especializado sigue siendo limitado y muchas familias no saben dónde acudir.
Centros como Casa Suyai contribuyen a llenar ese vacío, ofreciendo espacios terapéuticos donde la salud mental materna y familiar se abordan con sensibilidad, respeto y contención especializada y profesional.
Conclusión: acompañar es sanar juntos
Los bebés prematuros nos enseñan que el tiempo no siempre define la fuerza.
Nacen antes, pero con una capacidad inmensa de luchar.
Y detrás de cada uno de ellos hay una familia que también lidia su propia batalla emocional.
Acompañar esa historia con empatía, presencia y escucha puede marcar la diferencia entre sobrevivir el proceso o transformarlo en una experiencia de resiliencia y amor.
💙 ¿Conoces a una familia con un bebé prematuro en Chile?
En Casa Suyai ofrecemos acompañamiento psicológico perinatal especializado para madres, padres y familias que están transitando la experiencia de la prematuridad.
Creamos un espacio seguro donde pueden hablar, llorar, sanar y reencontrarse con la esperanza.
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Tu bienestar emocional también es parte del cuidado de tu bebé.
